La Transición Ofensiva
Una de las características más apreciadas de nuestro deporte de la canasta es el juego sin pausa. El baloncesto es esencialmente un juego de acción dinámica y la transición proporciona juego dinámico.
El juego en transición defensa-ataque es un sistema ofensivo organizado para pasar de la defensa al ataque de una manera enlazada y fluida con la máxima rapidez y eficacia.
Este tipo de juego, en transición ofensiva, se utiliza en un alto porcentaje de veces después de recibir canasta del equipo adversario.
Son sistemas rápidos en los que participan los cinco jugadores en cancha, que aprovechan el despliegue a la zona de ataque, y permiten actuar con rapidez, antes de que la defensa se organice, con el objetivo de sorprender y obtener ventaja sobre el adversario.
A diferencia del contraataque en el que las decisiones del juego ofensivo vienen determinadas por la defensa, es decir por el número de defensores (ventaja numérica 1x0, 2x1, 3x2, etc.) o por los espacios libres (ventaja por espacios 2x2, 3x3), en las transiciones las pautas del juego corresponde, al menos inicialmente, al ataque.
El paso defensa-ataque de forma dinámica tiene cinco partes diferenciadas:
Posesión del balón. Puesta en juego del mecanismo de ataque desde el rebote o después de canasta. Organizar quién saca el balón desde el fondo de la cancha y de quién, cómo y dónde recibe el jugador base el balón. Velocidad en el primer pase de contraataque. Los jugadores deben ser capaces de conseguir el balón y ponerlo en juego rápidamente.
Contraataque
primario. Ocupación de calles. Aperturas diversas con tres jugadores. Llevar el balón por el centro. Traspasar rápidamente la línea de medio campo.
Contraataque
secundario. Adaptación al ataque de los jugadores 4 y 5.
Juego organizado con variedad de opciones.
Rebote ofensivo y balance defensivo asegurado.